El estrés en la adolescencia aumenta la ansiedad en la vida adulta, según un estudio de la Dra. Cristina Márquez del Instituto de Neurociencias
15 de December de 2020Un estudio realizado en ratones demuestra que, si durante la adolescencia los niveles de estrés se mantienen altos, se perjudican la memoria y el aprendizaje y, también, se provoca ansiedad en la adultez. La investigadora del Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y el CSIC, Cristina Márquez ha descrito este fenómeno, llamado programación diferida, junto a investigadores del Brain Mind Institute de Suiza. Este hallazgo abre la puerta a nuevas pautas de intervención terapéutica que permitan evitar los efectos adversos del estrés en la vida adulta, mediante la identificación y tratamiento de los adolescentes vulnerables.
Este trabajo demuestra que los animales sometidos a estrés durante el periodo crítico alrededor de la pubertad (peripuberal) muestran después una tasa de aprendizaje más lenta en la edad adulta, así como comportamientos relacionados con la ansiedad. Las alteraciones observadas a largo plazo no se deben a los efectos prolongados del estrés sino a una maduración diferente de sus vías de regulación, debida a las experiencias estresantes en la adolescencia, un proceso denominado programación diferida, que afectaría a la cognición, el comportamiento y la reactividad endocrina. "Programming effects of peripubertal stress on spatial learning."S Tzanoulinoua, E Ganteleta, C Sandia, C Márquez.
Neurobiology of Stress Volume 13, November 2020, 100282 Cuando se vive una situación estresante, el cuerpo humano produce cortisol. En roedores, esta hormona es equivalente a la corticosterona. El estudio demuestra que es la capacidad de recuperación del nivel basal o inicial de corticosterona liberada en respuesta al estrés, repetido en la adolescencia, y no la cantidad de esta hormona, la que predice el grado de alteración del aprendizaje que se experimentará en la edad adulta. Para evaluar los efectos del estrés en las habilidades cognitivas, de memoria y capacidad de aprendizaje, se han realizado pruebas de aprendizaje espacial en ratas. Según explica la investigadora Cristina Márquez, estos resultados se pueden extrapolar al aprendizaje en humanos, un aprendizaje que va más allá de lo académico y se extiende a todas las facetas de la vida diaria. El hipotálamo -que regula las hormonas y las conductas vitales-, la pituitaria – que mantiene el equilibrio interno y del proceso de crecimiento- y la glándula suprarrenal -que produce las hormonas encargadas de regular la respuesta al estrés-, se conocen como “eje HPA”. Los investigadores explican que el funcionamiento de este eje en humanos es muy parecido al funcionamiento en roedores. Cuando se produce estrés de forma recurrente, hay una fase inicial de respuesta del organismo y otra de recuperación. Mientras que, en la fase inicial, los niveles máximos de glucocorticoides facilitan procesos fisiológicos necesarios para hacer frente a los desafíos inmediatos de una manera rápida, la fase de recuperación, o retorno al nivel basal en ausencia de estrés, es fundamental para proteger al organismo de una sobreactivación y prepararlo para nuevos desafíos. Este estudio, publicado en Neurobiology of Stress, sugiere la puesta en marcha de un mecanismo neurobiológico por el cual el estrés peripuberal alteraría la maduración normal de los procesos de adaptación en regiones específicas del cerebro, como el hipocampo, que conduce a un deterioro del rendimiento cognitivo y la aparición de comportamientos relacionados con la ansiedad en etapas posteriores de la vida. En conjunto, los resultados de este estudio sugieren que la adolescencia sería una ventana temporal en la que el estrés pue